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Nunca más me ha dejado

Él acogía todo lo que era mi vida.
Con esta frase resumo quien era Marcos para mí. Me he conmovido.
Un día expuse mi deseo y mi dolor en lo que para mí era Escuela de Comunidad en un email destinado a todos los que entonces éramos universitarios y Marcos respondió, me dijo de encontrarnos, que le interesaba todo lo que allí yo decía y que quería vivirlo conmigo. Después del encuentro me dijo: «hay amigos que se te ponen delante y otros a los que uno escoge, quiero ser tu amigo»
Nunca más me ha dejado.
La amistad con él empezó por un amor hacia mis exigencias de corazón últimas.
Marcos amaba mi destino casi más que yo, mi vida presente, incluso quería conocer a las personas que formaban parte de ella, las quería, las miraba con una ternura de otro mundo.

Con Marcos no nos escribíamos cada día pero cada mensaje tenía un contenido grande, desde un qué tal estás pero de estos de verdad o algún trozo de un salmo, carta o evangelio que le había conmovido, despertado y donde se reafirmaba su pasión y amor por Cristo como destino de su vida.
Marcos quería mi destino, sus mensajes y encuentros con él eran reflejo de ello, Marcos exaltaba mi corazón y mi necesidad de Cristo y a través de él he descubierto más la naturaleza del amor de Cristo hacía mi persona y vida. Era Cristo que me decía :» Ey! Estoy aquí, no lo olvides».
Con esta conciencia he sido más valiente a la hora de tomar decisiones en mi vida, no dejando que me invadiese el vértigo  ni el miedo a la soledad sinó el apostar por mi felicidad porque Cristo existe.
Para mí, la conciencia de que Marcos sigue vivo  coincide con cuando vuelvo a Reconocer al Señor en mi vida, cuando me tropiezo con alguien que me mira como por Marcos era mirada, amada, entonces redescubro como Su excepcionalidad sigue presente en este mundo, caigo en que la persona de Marcos era instrumento de Otro para llegar a mí en concreto.
A veces lloro o siento vértigo pensando en que Marcos no está aquí. Que nunca voy a tener sus abrazotes, que nunca voy a verle más aquí, me quedo atrapada en una imagen del pasado, en un mirar el hecho de lo sucedido como un menos porque el cuerpo de Marcos no pasea por la calles de Barcelona.
Pido al Señor, también le pregunto a Marcos: ¿Dónde estás?
Por gracia , siendo fiel a mi experiencia, a mi historia,llego a la verdad de que en realidad yo no echo de menos a Marcos, o que la felicidad de mi vida no depende de si me lo vuelvo a encontrar en carne  y hueso por aquí , yo a quien echo de menos es a Cristo, a quien mendigo es a Su amor.
Me gustaría acabar con este mensaje que me escribió Marcos que me acompaña día a día :
«Aunque tu madre te olvide yo no te olvidaré, dice el salmo. Aún si me pierdes a mí Inés, tienes al Amor de tu alma que es Cristo»

Inés Agustí